lunes, 9 de septiembre de 2024

¿Cumplir o curar?

 Resulta que en un momento, lo que Jesús proponía comenzó a generarle dificultades con las autoridades religiosas, de hecho, ese conflicto fue el que lo llevó a la cruz. Pero eso no estalló de un momento para otro, sino que fue gestándose, fue armándose poco a poco. Cuenta Marcos que los fariseos, un grupo de estrictos religiosos hebreos, lo venían observando y tratando de "agarrar" en alguna falta cuando se da una discusión en una sinagoga. Los fariseos increparon a Jesús que él y sus discípulos hacían cosas que no estaban permitidas por la religión. Varias veces vamos a leer en los evangelios ese tipo de enfrentamiento de los fariseos con Jesús. En esa ocasión ellos le recriminan que "hacen en sábado lo que no está permitido hacer". (Para los judíos el sabath, o sábado era un día de estricta observancia religiosa. No se realizaba ningún trabajo y se ayunaba).

Pero para Jesús la cuestión de la observancia religiosa incluía otros asuntos, por ejemplo su respuesta es elocuente de ello: "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre parea el sábado", es decir, la ley, las normas, las costumbres, los ritos, todo lo que podía quedar comprendido dentro del sabaht como símbolo, todo está al servicio de la persona y no la persona a su servicio. 

Entonces Jesús entró a la sinagoga, dice Marcos en su texto, y llamó a un hombre que estaba allí que tenía una parálisis en su brazo. Y le dijo que se pusiera en el centro. Y volviéndose a todos, y especialmente imagino, a los que lo miraban con recelo para echarle un lazo, les dijo: "¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer lo bueno o lo malo? ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?" Pero nadie se animó a contestar a su pregunta y entonces Jesús no se detuvo, le dijo al hombre que extienda su mano y lo curó...realizando una actividad que según la ley no estaba permitido hacer.

Seguramente te preguntarás que tiene que ver esta historia con el yoga...te comparto.

La pregunta de Jesús a mí me ha acompañado siempre, desde hace muchos años, desde que comprendí que yo tenía una "relación" con la exigencia  y que si no estaba atento podía llevar eso a mi práctica personal y a la enseñanza hacia otros. Si bien nuestra vida hoy es bastante "secular" no por eso la actitud de los fariseos puede resultarnos muy extraña. Muchas veces anteponemos un montón de disciplinas y detalles y ejercicios y quién sabe cuántas cosas más ante las necesidades de la persona.

En el ámbito de la práctica de yoga y meditación, en muchas escuelas es más importante lo que dijo alguien allá en el tiempo antiguo que lo que están sintiendo hoy los practicantes. Muchas veces ciertas "credenciales" son más importantes que el sentido común. Y es importante recordarnos todos: la religión, la espiritualidad, las tradiciones están al servicio de las personas, para que podamos recordar y experimentar que hay algo que nos trasciende y da sentido de plenitud a nuestra vida. ¿Hasta dónde observar una tradición y sus normas? Hasta que lleguemos al punto en el que se vuelve más importante la tradición y el cumplimiento de sus normas que la plenitud de las personas y la expresión de sus necesidades. Pero entendamos bien: plenitud no es hacer lo que se me antoja y expresar mis necesidades no es anteponer lo que quiero o no quiero a mi desarrollo humano. Por eso es importante escuchar la pregunta de Jesús una y otra vez, como un ejercicio de autoconocimiento: "¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer lo bueno o lo malo? ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?" 

¿De qué te serviría hacer lo que querés si en el camino perdés el sentido de tu vida? ¿De qué te sirve la mejor religión y la mejor filosofía si en el camino no ves que alguien a tu lado necesita tu ayuda?

Esta es la otra dimensión de la pregunta de Jesús y que puede resultarnos tan propia para nuestro tiempo y en especial, para la práctica de yoga.  Todo lo que ponemos en práctica nos fue dado por los yoguis antiguos para que la vida fluya, para que las personas se enfermaran menos, para que se curaran una vez enfermas, para que estuvieran en paz ante la dificultad y el sufrimiento. Y el dharma, en la sociedad nos recuerda que la ley, el orden y todo ello están al servicio de la vida. 

No practicamos para estar bien ajenos al mundo que nos rodea. No se trata de aislarnos en la burbuja espiritual de los "meditadores" desconociendo que nuestra sociedad de acomodados cada vez más deja afuera de la fiesta a muchos, muchísimos incluso antes de que lleguen a nacer. La pregunta resuena también para nosotros que "practicamos": ¿cumplir la ley o salvar a la persona? El texto todo resuena aún para nosotros...dice: "los demás se quedaron callados..." ¿Y nosotros hoy? ¿también estamos callados?

Que nuestro espacio de meditación no se crea "a salvo" entre rejas, alarmas y duras penas para los que van quedando afuera del goce de la vida. Que no lleguemos a encandilarnos con una forma de bienestar que para que pueda ser sostenido requiere cada vez más que más personas vivan en malestar, pues mientras unos consumimos casi todo otros viven de lo que nos sobra.

Esta escena de la vida de Jesús, su gesto revolucionario de poner en el centro de la religión- (podríamos decir hoy en el centro de la espiritualidad o del autoconocimiento)- a la persona, ha echado luz siempre en mi camino. Su pregunta resuena en mi práctica de muchas formas: ¿cumplir o salvar? ¿hasta dónde las formas, cuál es el límite? Y cuando pierdo el sentido, la imagen de aquella escena me devuelve a la sensatez: Jesús puso físicamente en el centro a la persona. Como para que quedara bien claro: en el centro, la persona humana.




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