viernes, 21 de julio de 2023

Autoconocimiento es aceptación de uno mismo y de los demás. (Aceptación no es resignarse)


En nuestra cultura tenemos una fuerte aversión a lo “religioso”. Todo aquello que apenas parece del ámbito de la religión, es resistido. Esa resistencia que tiene sus raíces y que no vamos a investigar ahora, nos lleva también a desconocer las diferencias entre religión, religión institucional, sentimiento religioso, religiosidad, espiritualidad...todo va a parar a la misma bolsa.

Pero es cierto. La religión organizada ha abusado del poder, de la discriminación, ha sostenido formas sociales absolutistas, profundamente injustas, ha propiciado la idolatría y la ignorancia, ha sido juez y verdugo. Ha castigado la diversidad de pensamiento y sentir, ha sido violenta y ha propugnado su “pureza moral”… y no creas que hablo sólo de la religión católica, hablo de todas las religiones que se transformaron en institucionales, cuando no, en las formas sociales o del estado en diversos países y lugares del mundo. (El fundamentalismo, el mesianismo, el abuso de poder ha sido “patrimonio” de todas las religiones). Pero no descuidemos que lo mejor del ser humano también se ha expresado en esas mismas religiones: ¿quién puede dudar del conocimiento heredado de la religión Hebrea, o de la mística Sufí, o de la belleza del Islam o de la profundidad y verdad del mensaje de Jesús en el cristianismo o del legado del Budismo para todo el mundo? Hay un espíritu de Verdad que convive con el engaño y la mentira. Hay un sentimiento de libertad que crece junto a la mediocridad y el conformismo.

¿Y en cada uno de nosotros, no conviven la luz y la oscuridad? ¿Qué hacer entonces? Asumirnos como malos e imperdonables? ¿asumirnos como perfectos y condenar “a los otros”?

Jesús propuso ésta parábola para para reflexionar sobre este tema hace ya, más de 2 mil años: resulta que un hombre había sembrado trigo en su campo. Cuando el trigo creció sus trabajadores se dieron cuanta que además estaba creciendo la cizaña junto al trigo y la ahogaría. Entonces fueron a decirle a patrón que mejor era cortar la cizaña para que no ahogara al trigo. Pero el señor les dijo algo que los desconcertó: “Déjenla crecer, no sea cosa que por querer sacar la cizaña corten también el trigo. Cuando den su fruto, entonces separaremos la cizaña primero y luego cosecharemos el trigo”.

Seguramente te preguntarás qué tiene que ver ésto con el yoga. Pues como siempre te comento, creo que mucho. Apenas nos iniciamos en nuestro camino personal de autoconocimiento, advertimos que en nosotros no todo es perfecto. Nos cuesta horrores estar a solas con nosotros mismos. Nos cuesta mucho dolor reconocer que también hay “de lo otro” en nuestro corazón. Entonces nos proponemos muchas estrategias para eliminar la cizaña que crece en nuestro interior. Somos como esos trabajadores que rápidamente se proponen cortar la cizaña a riesgo incluso de cortar también el trigo: cuando sólo vemos la cizaña afuera, en los demás, estamos cortando lo bueno en nosotros convirtiéndonos en acusadores. Cuando todo es culpa y autocastigo estamos cortando el trigo en nosotros, convirtiéndonos en personajes tristes que sólo reproducen la falsa imagen de un dios que está para castigar y hacer sufrir…¿somos únicamente cizaña? ¿Sólo hay mentira, engaño o debilidad en nuestro corazón? ¿Sólo hay trigo en nosotros? ¿somos perfectos porque nos sentamos un rato cada día a meditar estas cosas?

¿Cómo discernir qué es bueno y qué es malo? Como dice el señor de la historia que cuenta Jesús, mientras crecen no se puede identificar bien qué es uno y qué lo otro. Esperemos a ver sus frutos. Lo que te libera es bueno, lo que te hace vivir plenamente es bueno. Lo que te expande y no te divide, lo que te une y no te separa, lo que no te confunde sino que te inspira...pero siempre será una experiencia personal. Cuando toques la verdad no te creas un “santo”, cuando toques el engaño no te creas un “desterrado” de la felicidad. Cuando alguien te inspire no le otorgues todo el poder ni confundas los medios con el fin. Cuando alguien no se adecúe a tus expectativas acerca de la verdad, no lo discrimines. No cultives el exclusivismo. Cuando te toque corregir, hazlo desde tu experiencia de equivocarte y corregirte, desde la experiencia de ser perdonado.

En nuestro campo, hay trigo y cizaña creciendo juntos.

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