miércoles, 5 de abril de 2023

Vivir en clave de servivio. No se trata de religión

Casi nada de lo que enseñó Jesus se trata de religión tal como la comprendemos nosotros, creyentes y no creyentes. ¿Esto le resta importancia a la comunidad, a la búsqueda compartida, incluso a las instituciones? Creo que no, tan sólo las pone en un lugar.

Pero estos días de semana santa tienen que ver con Jesús, tienen que ver con lo que hizo, con la forma en cómo vivió y cómo se compartió...y como fue antes de que las instituciones existieran, entonces, de ahí que no es necesario ni hablar de las instituciones ni participar de ellas si lo que queremos es comprender la vida y la enseñanza de Jesús.

Cada día de la semana tiene su propio “signo” que luego puede alumbrar nuestros pasos, pero lo primero que debemos tener en cuenta y muy presente es que debemos hacer ese ejercicio lo más “experiencial” posible, lo más vivencial que podamos.


Lavar los pies de sus discípulos.

En la noche de la última cena, cuando Jesús se reunió con sus amigos en aquella noche de despedida, hizo algo desconcertante para la época e incluso para nosotros hoy día. En las diferentes tradiciones y vaya si en la tradición del yoga se verá, que los “maestros” y “maestras” son tratados con una estúpida reverencia que más que respeto parece sumisión (y lo es la mayoría de las veces). Imágenes de discípulos en el suelo a los pies de los maestros y gurúes, besando sus anillos, no mirándolos a los ojos...reservarles los mejores lugares, llenarlos de pompas y “honores”...bueno, esa noche Jesús hizo con sus discípulos algo que en su época sólo hacían las mujeres y los “criados”. Algo impensable para un hombre y menos aún para un “maestro”: lavar los pies.

Dice el relato que Jesús se ató una toalla a la cintura, se arremangó y arrodillándose, fue lavando los pies de cada uno de sus discípulos. Asumiendo el rol asignado por su cultura a los oprimidos, se despojó de cualquier “signo” de poder y autoridad humana. Quedando poco tiempo para compartir, Jesús seguramente eligió un gesto que fuera impactante y que hablara de cómo él había vivido la vida hasta aquí: en clave de servicio y cómo entendía y experimentaba la presencia de Dios en su vida. Y acompaña este gesto con unas palabras con las que les indica que así se hagan entre ellos y así a los demás…


Compartir el pan y el vino. Compartirse.

Cuando estaban a la mesa, Jesús realiza otro gesto que impactará fuertemente a sus discípulos: al partir el pan, mientras lo está haciendo les dice “ésto soy yo”. El pan partido, el pan partiéndose es Jesús. La dinámica del servicio. La dinámica de la plenitud humana. Ni hay un ritual, ni una magia ni nada extraño. Nada es estático para este hombre. Hay un gesto, el gesto humano de partir el pan y al partirlo verse y vernos allí, en la masa amasada y leudada “invisiblemente” por la levadura del Espíritu. Ver la semilla del trigo triturada, sentir el agua, el sol, la tierra, ser parte y partirse. Es puro movimiento. No es el pan entero, completito e intocable...es el pan partido y alimento de todos.

De alguna manera, los elementos que conformaron el pan desde la semilla hasta la mesa, pasando por el amasado y el fuego del horno, debieron renunciar a todo lo que en ellos había de limitado e imparmanente para alcanzar en ese trozo de pan compartido la plenitud de su razón de ser: alimento para otros, alimento para todos.

Ese ejemplo acompaña mi caminar y nutre mi práctica de yoga. Le da fundamento y contenido a mi meditación y a mi tiempo de silencio diario. No olvidarme que la plenitud humana está en compartir en clave de servicio, que en mi caso personal, debido al rol que me toca desempeñar, mi “ser practicante e instructor de yoga” está íntimamente ligado a dejar morir en mí todo aquello que no soy. Hagas lo que hagas, desempeñes el rol que desempeñes, todos podemos vivir en clave de servicio. Eso no tiene que ver con la religión tal como la hemos entendido hasta ahora. Todo puede ser sagrado- y de hecho lo es- si nosotros estamos ahí, presentes para lo que nos toca vivir.

Eso sea quizás lavar los pies y partirse como el pan.



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