sábado, 8 de abril de 2023

Confiar en que la vida es más. (A yoga con Jesús).


En la mañana del domingo dos mujeres fueron al cementerio a llorar ante el cuerpo de Jesús, su maestro. Llevaba allí desde el viernes a la tardecita. Y cuando llegaron no lo encontraron. Sucedió que vieron un ángel que les anunció algo y en el camino de regreso se encuentran con el mismo Jesús. Resucitado. Entonces él les dijo: “no tengan miedo, vayan y díganle a mis hermanos que regresen a Galilea, allí me verán.”

De lo que está escrito acerca de aquella mañana mucho podríamos decir, y reflexionar juntos, pero quisiera detenerme en una sola cosa: “vayan y díganle a mis hermanos que regresen a Galilea, allí me verán.” Jesús les indica que vuelvan a reunirse con sus “hermanos” por tanto a reunirse “como hermanos” y que vuelvan a Galilea, donde empezó todo, donde lo conocieron, donde comieron juntos, donde les habrá enseñado. Regresar a Galilea, donde habrán sido felices iniciando aquél movimiento, estando junto a su Maestro querido. Y éste, el momento que ahora vivían, no era cualquier momento. Ellos, estaban dispersos y con mucho miedo de que les ocurriera lo mismo que a él y ellas, aunque mucho más valientes, estarían destrozadas de pena. Y Jesús les dice: “...vayan y díganle a mis hermanos que regresen a Galilea, allí me verán.”

¿Podés imaginarte por un momento la mezcla de emociones, de sentimientos y recuerdos que sucedieron en cada una de ellos luego cuando las mujeres fueron a contarles? Pero había algo que les era común: todos sabían qué significaba “Galilea” para el grupo. Para cada uno de ellos y para todos. En Galilea había comenzado todo.

Seguramente te preguntarás qué tiene que ver ésto con el yoga ¿verdad? Y quisiera compartirte que mucho y siento que cada vez que paso por éste texto descubro cuánto de bueno hay en este pequeño pasaje para nuestra vida concreta y por supuesto para una manera de ver y comprender el camino espiritual y la práctica concreta.

Aquella mañana, el relato de la resurrección, no trata de gente perfecta ni entera, ni sabia, ni fuerte. No eran aquellos poderosos ni valientes discípulos de alguna logia entendida y “triunfante”. Era un grupo de personas sufrientes, que se sentían derrotadas, abandonadas y en peligro. Con una enorme tristeza a cuestas. La resurrección habla de la esperanza de los que están solos, de los rotos, de los perdidos… no es un relato acerca de los que saben todo y entienden todo sino de los que aman mucho. Te lo comentaba en la meditación del miércoles 5 de abril: “Vivir en clave de servicio”, la resurrección es un acto de amor y sólo tiene que ver con el amor. Todos los que sabemos que vamos a morir un día podemos encontrar un sentido aquí en este relato. Todos los que nos sentimos abatidos, tristes o derrotados en algún momento, encontramos aquí una luz. También nosotros podemos regresar a nuestra “Galilea”.

Cuando sientas que no tiene sentido practicar, podrías regresar a dónde todo comenzó. Allí a tu primera meditación, a tu primer entusiasmo, al reencuentro con quienes te motivaron. Cuando sientas que la vida no te deja salidas, que no te ofrece alternativas, podrás regresar a quienes te han querido bien, a quienes te han sostenido antes. Podrás regresar físicamente o en el recuerdo, porque la resurrección es un acto de amor y por tanto, no es que sucedió una vez, un día, sino que está sucediendo siempre. Cuando creas que ya está, que la enfermedad o la muerte tienen el poder, la resurrección es el sentido. Cuando sientas que no podés cambiar mucho en ti, que siempre volvés a los mismos errores, la resurrección seguirá trabajando en vos hasta el final y más allá. Haciéndote de nuevo siempre. Cuando creas que en la meditación todo es un silencio insondable y oscuro, tenebroso incluso a veces, la resurrección será una presencia allí donde creías que no había nadie y va a sucederte como le sucedió a las mujeres aquél domingo, alguien va a decirte que no busques la vida en el lugar de la muerte, ni la luz en la oscuridad, ni la salvación en la soledad y la tristeza. Te dirá que vuelvas con tus amigos y te hagas hermano, hermana, y regresen a donde todo empezó para ustedes.

Sé que es difícil comprender o aceptar si has llegado a no creer en estas cosas del Espíritu. Y sé que es difícil de comprender porque es más difícil de compartir aún para quienes tenemos esta fe y esta experiencia. ¿Cómo podría compartirtela? ¿qué podría decir de ella? ¿Cómo se relaciona con mi práctica y mi fe? Puedo decirte que es lo que me impulsa a confiar y a seguir, a sembrar y anhelar una vida mejor para todos incluso, cuando todo parece mostrar lo contrario. No es testarudez, ni falso consuelo, ni fantasía...es que he tenido también yo mi Galilea y vuelvo allí, a donde mis hermanos y vuelvo a vivir la alegría de compartir y creer que todo y todos somos mucho más.

Esto es en lo que se tocan resurrección y yoga. Para alguien como yo, que muchas veces me encuentro con temor y abatido, vuelvo a escuchar a Jesús diciéndome que regrese con mis hermanos y que vayamos a “Galilea”. Primero con mis hermanos, después a Galilea. Y vos también podes vivir lo mismo. Porque quizás el dolor, o la tristeza o al soledad no te permiten regresar solo o sola a tu Galilea...entonces primero podes volver con tus amigos y juntos evocar, regresar y compartir cómo comenzó todo. Y si no has tenido un comienzo todavía, si crees que no hay una Galilea en tu vida, esta lectura, esta escucha, mi compartir también quieren serlo.




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