jueves, 7 de diciembre de 2023

Una vida abundante

 Todos los esfuerzos que hacemos los seguidores de Jesús cuando se acerca navidad se tratan de contarle a los demás, de quién estamos hablando precisamente en navidad. ¿Quién ha nacido en aquél pesebre en una tierra lejana allá hace más de 2 mil años?

Hago ese mismo intento de compartirte quién es Jesús para mí y como impactan sus enseñanzas y su estilo de vida en mi práctica y en mi diario vivir, pero de una cosa me doy cuenta ahora que soy más “grande” y creo, un poco más maduro que antes...todo el trabajo personal como seguidor de Jesús, ha tenido que ver con preguntarme yo, quién era él para mí. Cuando descubrí el sentido de esa pregunta que el mismo Jesús hace a sus amigos, entonces comenzó a madurar mi relación con él. Y desde entonces todo lo que hago cuando hablo o comparto algo de él es dirigido a que vos te hagas esa misma pregunta, no a contarte quién es para mí sino que a partir de mi “relación” con él vos puedas preguntarte quién es o quién sería él para vos.

La humanidad ha dicho de Dios lo que ha necesitado decir...la historia de las religiones es esa: los seres humanos han dicho que Dios les prometía lo que ellos necesitaban: tierras, abundancia, un país, un ejército poderoso, ganar las guerras, una religión fuerte, un rey justo...claro pensarás que éso sólo ocurrió en la antigüedad y que ya no sucede. Pero si miramos bien, también nosotros, generación de la ciencia, de la razón, del conocimiento, seguimos creyendo que la salvación, que la felicidad viene con los logros materiales y profesionales: éxito y poder...no muy diferente a la antigüedad.

No se trata de descubrir el sentido de la vida para agradar a algún dios, o de ser bueno para salvarte de algún infierno...se trata de vivir, de ser plenos porque ahí está la felicidad, en ser todo lo que podemos ser. Dedicar todos tus esfuerzos a producir para consumir, para tener más, para “lograr” éxitos, es muy parecido a las religiones antiguas, que no por antiguas ya no existen, me refiero al pensamiento antiguo. No podremos encontrar la felicidad si vamos en la dirección opuesta. Si un amigo viene del norte y vos salís a buscarlo al sur...no vas a encontrarlo, no porque no venga él sino porque vos vas en la dirección opuesta. No vas a encontrar a Dios nunca si lo buscas o si crees que está afuera. Porque él está dentro de ti, en tu interior. Ese es nuestro trabajo:¿cómo “Dios” va a estar en mi interior, en este interior tan pobre y limitado? Ni tan pobre ni tan limitado. Lo que crees que es tu interior no es más que una imagen que has construido con la ayuda de la sociedad, la educación y otras falsas creencias. Si de verdad vamos a nuestro interior vemos que es profundo, infinito, luminoso, compasivo...allí la vida “abunda” por eso Jesús habrá dicho que vino para que tengamos “vida en abundancia.” No porque iba a realizar algún acto mágico sino porque su presencia nos recuerda que se puede vivir una vida plena, completa, total, ni limitada ni dividida: en abundancia.

¿Quién es Jesús para mí? Quien expresó como nadie cómo es Dios. Sus actos, sus vínculos, sus formas, su estilo, expresaron al Espíritu como nadie y como nunca, fueron expresión viva, palabra de Dios. Y fue claro: el reino de Dios ya está entre ustedes. Está dentro de ustedes.

Hay en nosotros un condicionamiento que nos limita y vuelve nuestra vida mediocre y hay un potencial para la libertad y el amor. Ambas cosas están. ¿Qué vas a elegir fortalecer y nutrir? Eso es espiritualidad, las decisiones que tomamos para hacer crecer una cosa o la otra. Regar unas semillas o las otras. Hay un fraile español, muy veterano, Fray Marcos, que dice unas cosas muy “revolucionarias”, al menos para mí…sus textos siempre me inspiran y me invitan a repreguntarme cosas...por ejemplo dice: “Si no sientes necesidad no habrá verdadero deseo, y sin deseo no hay esperanza. Hoy, ni los creyentes ni los ateos esperamos nada más allá de los bienes materiales. También Dios sigue esperando.”


El camino a la navidad, como camino espiritual puede ser un camino de autoconocimiento. Preguntamos ¿quién ha nacido? Para respondernos algún día, quién es para nosotros, ése que ha nacido. Y allí, estaremos preguntando sobre nuestros anhelos. Cuando nos preguntamos sobre el Espíritu no es porque el Espíritu necesite que le pongamos nombre o que le cumplamos algún deseo...sino porque en esas preguntas empezamos a preguntarnos a nosotros mismos, que semillas empezaremos a regar. ¿Seguiremos esperándolo todo de los bienes materiales o empezaremos a aceptar la vida en abundancia que ya es en nuestro corazón?




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